diciembre 29, 2012

La bruja de la infancia.

“Los libros que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras” J.D. Salinger




También había una especie de cuartillo al que llamábamos “el palomar” porque contenía gran cantidad de animales como faisanes, perdices, gallinas y palomas que armaban un alboroto constante que aportaba vida a nuestro quehacer diario. También había un pozo a la derecha del palomar del cual se extraía agua para regar los cultivos. Mi madre siempre decía que no nos acercáramos al borde porque había una bruja hambrienta en su interior que devoraba niños a velocidades de vértigo. Esa historia que mi madre contaba para infundirnos miedo lo único que hacía era incrementar el interés de Isabelle y mío por saber que había en el interior. En una ocasión cuando la tapa del pozo estuvo levantada Isabelle y yo nos asomamos al borde con intención de ver las largas uñas rojas de la bruja que habitaba allí dentro, lo único que vimos fue la cara de desesperación de mi madre al comprobar que estuvimos a punto de caer al interior y morir ahogados.